Cuentos del espacio y del tiempo
Book ID:
183
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EL HUEVO DE CRISTAL
Hasta hace un año, había cerca de los Siete Cuadrantes, una tiendecilla de aspecto mugriento sobre la que estaba inscrito en letras amarillas borradas por el tiempo el nombre de C. Cave, Naturalista y Anticuario. Los objetos expuestos en el escaparate eran curiosamente heterogéneos. Comprendían algunos colmillos de elefante y un incompleto juego de ajedrez, abalorios y armas, una caja con ojos, dos cráneos de tigre y uno humano, varios monos disecados comidos por la polilla -uno sosteniendo una lámpara-, un armario anticuado, un huevo de avestruz o algo así ensuciado por las moscas, algunos aparejos de pesca y una pecera vacía extraordinariamente sucia. También había, al comenzar esta historia, un trozo de cristal tallado en forma de huevo y pulido con un brillo intenso. Y eso era lo que miraban dos personas que estaban ante el escaparate, una de ellas un clérigo alto y delgado, la otra, un joven de negra barba, tez morena y ropas holgadas. El joven moreno hablaba con gestos impacientes y parecía ansioso porque su compañero comprara el artículo.
Mientras estaban en esas, entró en su tienda el señor Cave con restos del pan y la mantequilla del té todavía en la barba. Al ver a estos hombres y el objeto de su consideración se le mudó el semblante. Miró por encima del hombro con aire de culpabilidad y suavemente cerró la puerta. Era un viejecito de rostro pálido y peculiares ojos azules y acuosos. Tenía el pelo de color gris sucio y llevaba una raída levita azul, un viejo sombrero de copa y unas zapatillas con los talones muy gastados. Se quedó observando a los dos hombres mientras hablaban. El clérigo registró a fondo el bolsillo del pantalón, examinó un puñado de dinero y enseñó los dientes en una sonrisa de aprobación. El señor Cave pareció todavía más deprimido cuando entraron en la tienda.
Hasta hace un año, había cerca de los Siete Cuadrantes, una tiendecilla de aspecto mugriento sobre la que estaba inscrito en letras amarillas borradas por el tiempo el nombre de C. Cave, Naturalista y Anticuario. Los objetos expuestos en el escaparate eran curiosamente heterogéneos. Comprendían algunos colmillos de elefante y un incompleto juego de ajedrez, abalorios y armas, una caja con ojos, dos cráneos de tigre y uno humano, varios monos disecados comidos por la polilla -uno sosteniendo una lámpara-, un armario anticuado, un huevo de avestruz o algo así ensuciado por las moscas, algunos aparejos de pesca y una pecera vacía extraordinariamente sucia. También había, al comenzar esta historia, un trozo de cristal tallado en forma de huevo y pulido con un brillo intenso. Y eso era lo que miraban dos personas que estaban ante el escaparate, una de ellas un clérigo alto y delgado, la otra, un joven de negra barba, tez morena y ropas holgadas. El joven moreno hablaba con gestos impacientes y parecía ansioso porque su compañero comprara el artículo.
Mientras estaban en esas, entró en su tienda el señor Cave con restos del pan y la mantequilla del té todavía en la barba. Al ver a estos hombres y el objeto de su consideración se le mudó el semblante. Miró por encima del hombro con aire de culpabilidad y suavemente cerró la puerta. Era un viejecito de rostro pálido y peculiares ojos azules y acuosos. Tenía el pelo de color gris sucio y llevaba una raída levita azul, un viejo sombrero de copa y unas zapatillas con los talones muy gastados. Se quedó observando a los dos hombres mientras hablaban. El clérigo registró a fondo el bolsillo del pantalón, examinó un puñado de dinero y enseñó los dientes en una sonrisa de aprobación. El señor Cave pareció todavía más deprimido cuando entraron en la tienda.
Herbert George Wells - Герберт Джордж Уэллс - هربرت جورج ويلز
H. G. Wells · Español