Confesiones de un alma bella
Hasta que cumplí los ocho años fui una niña enteramente sana, pero de aquella época consigo acordarme tan poco como del día de mi nacimiento. Nada más comenzar mi octavo año tuve un vómito de sangre y al instante fue mi alma todo sensibilidad y memoria. Las más pequeñas circunstancias de este azar están aún ante mis ojos, como si hubieran sucedido ayer.
A lo largo de los nueve meses que la enfermedad me hizo guardar cama, que soporté con paciencia, nació también, así me lo parece, el fundamento de toda mi forma de pensar, pues se le brindaron entonces a mi espíritu los primeros medios para desarrollarse de acuerdo con su específica forma de ser.
Sufría y amaba, y ésa era la auténtica figura de mi corazón. En medio de las más violentas toses y de una fatigante fiebre estaba tranquila como un caracol que se retira a su concha. Tan pronto como tenía un poco de aire, deseaba sentir algo agradable, y como todos los restantes deleites me estaban vedados, buscaba resarcirme con ojos y oídos. Me traían juegos de muñecas y libros ilustrados, y quien deseara tener un sitio junto a mi lecho tenía que narrarme alguna historia.
De mi madre escuchaba con gusto historias bíblicas; mi padre me distraía con objetos de la naturaleza. Poseía un buen gabinete; en ocasiones me bajaba de allí algún cajón, me mostraba las cosas que contenía y me las explicaba verazmente. Plantas secas e insectos y toda suerte de preparados anatómicos, piel humana, huesos, momias y cosas semejantes llegaban al lecho enfermo de la pequeña; pájaros y animales, que él mismo cazaba, me eran enseñados antes de que pasaran a la cocina; y para que el príncipe del universo también tuviera voz en esta reunión, mi tía me contaba historias de amor y cuentos de hadas.
Johann Wolfgang von Goethe - Иоганн Вольфганг фон Гёте - يوهان فولفغانغ فون غوته