El vendedor de ecos
¡Desdichado caminante! Su actitud humilde, su mirada triste, su ropa, de buena tela y buen corte, pero hecha jirones —último resto de un antiguo esplendor—, conmovieron aquella cuerda, solitaria y perdida, que llevo en lo más oculto de mi corazón, desierto ahora. Vi la cartera que el forastero tenía bajo el brazo y me dije:
—¡Contempla, alma mía! ¡Has caído una vez más en las garras de un viajante de comercio!
¿Cómo librarme de él? ¡Vano intento! ¿Quién se libra de ninguno de ellos? Todos tienen un no sé qué, algo misterioso que interesa.
No me di cuenta de la agresión; recuerdo sólo el momento en que era todo oídos, todo simpatía para escuchar las palabras del hombre de la cartera.
Mark Twain - Марк Твен - مارك توين